martes, 5 de junio de 2007

Emilio Lledo, un filosofo moderno se pasea por Leon


El ciclo 'Académicos de la Española en León', que organiza la Fundación Hullera Vasco Leonesa desde hace cuatro años, ofrece esta tarde (a las 20 horas en la Sala Región del ILC) una oportunidad única de escuchar a uno de esos personajes excepcionales, como es el filósofo sevillano Emilio Lledó, alumno en Alemania de en Alemania con Hans Georg Gadamer y profesor en España de Filosofía en las universidades de La Laguna, Barcelona y Madrid.

Académico desde 1994, escritor, investigador del lenguaje, pensador y un hombre con las ideas muy claras al que la palabra filósofo para su profesión le parece excesivamente seria, tal vez por tener que convivir en una sociedad en la que no imperan valores como el pensamiento o la reflexión. «Sobrevivir no es sólo difícil para un filósofo sino para todo el mundo. En esta época que vivimos pasan tantas cosas, aparentemente tan contradictorias, que efectivamente para una persona que quiera reflexionar y armonizarlas, no le es nada fácil, pero la filosofía no debe ser vista como una cosa extraña ni fuera de este mundo. Todos somos filósofos, al ser humano le ha interesado siempre saber dónde estamos, qué mundo es éste... Aunque sí es verdad que hay algunos pocos filósofos que nos dedicamos a la filosofía».

Y los que se dedican a la filosofía suelen mirar al mundo con una mirada un poco más amplia que los demás, tal vez menos pegada a una realidad que hoy parece importante y en unos pocos días no existe, como podrían ser una elecciones. «Muchos se quedarían alucinados, quien haya leído 'La República', de Platón, se dará cuenta que los pensamientos expuestos son de una gran modernidad, en sus páginas se pueden leer cosas como que el político se tiene que dedicar a lo colectivo, a los demás, que no deben tener grandes posesiones... Apliquemos todo esto a la actualidad donde todo es una venta de la mentira de la hipocresía, de las dobles verdades. El ciudadano tiene que pedir derecho a la verdad, aunque la verdad no tiene carácter absoluto como pretenden algunos políticos. La verdad es una lucha, un resultado de la democracia».

Esa mirada con horizontes más amplios es la que le lleva a exponer reflexiones que podrían parecer extrañas si sólo nos preocupa el día a día, palabras como aquellas que pronunció en los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo cuando 'lo políticamente correcto' parecía lo contrario: «El terrorismo no es el principal problema del mundo». Dejándole explicar el titular suelto todo adquiere otra dimensión. «El terrorismo no es, ni de lejos, el principal problema del mundo a no ser que se acepte que hay un terrorismo de las noticias, de la manipulación, de la mentira que no explotan como los otros sino que son algo que constantemente está minando la base de la sociedad. Los principales males de la sociedad son la ignorancia, la miseria y la corrupción, pero no sólo del que se corrompe por tener más que otros, sino la corrupción mental; la que permite que nos instalemos en la mentira con la misma naturalidad con la que nuestros pulmones se instalan en el aire que respiramos».

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