domingo, 6 de mayo de 2007

Todos los dias nos mira el pantano a la cara


«Nunca ha pasado nada». Trece pueblos –entre ellos Arévalo, Campo de Luna, Lagüelles, Láncara de Luna, Oblanca, San Pedro de Luna y Santa Eulalia de las Manzanas...– no tuvieron la misma suerte que Barrios de Luna y fueron anegados por las aguas del embalse. De eso hace ya medio siglo. Desde entonces, mucho ha llovido y más este año. Según la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), a 1 de mayo, Luna tenía 298 metros cúbicos de agua embalsada (96,75%), cuando la media de los últimos ocho años fue de 248 hectómetros cúbicos (80,60%).

El pantano de Barrios de Luna ocupa una extensión de 1.130 hectáreas y puede llegar a embalsar 308 hm3. Sólo hay que subir al muro de contención y ver hasta donde llega ya el agua. Hay más que nunca, pero nadie se ha preocupado de establecer planes de emergencia. Tampoco nadie en Barrios de Luna piensa en una catástrofe. Ellos ya han visto rebosar el pantano «y no ha pasado nada» Barrios de Luna es el pueblo leonés más cercano a un embalse, hasta el punto de que el muro de contención forma parte de su paisaje de limpios tejados, casas solariegas, suaves montañas y verdes prados primaverales. Apenas 40 personas pasan el invierno en este pueblo de la Montaña Central, a 12 kilómetros de La Magdalena, donde la vida transcurre demasiado tranquila.

El pantano parece que siempre haya estado ahí. Muchos vecinos lo han visto de toda la vida y la mayoría todavía recuerda su inauguración por Franco en 1956. En Barrios de Luna nadie teme que el embalse esté a estas alturas del año casi al 100%, ni que pese a los años transcurridos nadie se haya preocupado de establecer un plan de emergencias. «No tenemos ningún miedo. El muro tiene tanto de base como de altura», explica Mari Luz García Rodríguez, dueña de uno de los dos bares del pueblo y de un negocio de cuatro apartamentos rurales.

María Luz siempre ha vivido en Barrios de Luna. En su bar, las fotos del pantano decoran las paredes. De hecho, es el embalse de Barrios de Luna. Este año está lleno, «pero ha estado más todavía», dice. «No es el año que más lleno está. Antes el agua rebasaba a veces la presa cuando había oleaje», recuerda sin inmutarse.

El pantano de Barrios de Luna es uno de los tres más importantes de la provincia de León junto con los del Porma y Riaño. La vida transcurre tranquila también porque muchos vecinos son también jubilados. En Barrios de Luna apenas quedan ya dos ganaderos y 300 cabezas. «De los 13 pueblos que anegó se fue todo el mundo», recuerda también Mari Luz.

El pantano es parte del paisaje y lo más importante que le ha pasado a este pueblo en toda su historia. Sólo hay que visitar el Ayuntamiento, donde de todas las paredes, desde la puerta de entrada hasta la Alcaldía, cuelgan grandes fotografías también. Imágenes que también se pueden ver en el otro bar del pueblo, situado arriba, al pie de la presa.

«Pepe y Mari», como se llama el negocio que comparte con su marido Mari Luz, lleva abierto 42 años. Cuatro décadas que han visto inviernos duros y menos duros, primaveras más o menos lluviosas, veranos más o menos secos y otoños más o menos fríos. «Hay de todo, pero tampoco pasa nada. El pantano es seguro», insiste.

Mari Luz todavía recuerda el día que Franco inauguró el embalse. Los grandes coches que pasaron por el pueblo. La inauguración de la presa y del vecino salto de agua de Mora de Luna. El pantano de Barrios de Luna sirve también para el aprovechamiento hidroeléctrico. Unos grandes tubos transportan el agua desde la cabecera del embalse hasta la central de Mora.

ANTES DEL PANTANO

La Venta de Remellán es uno de los restaurantes más conocidos de la zona de Boñar, sobre todo por los pescadores que acuden en esta época del año. Roberto pertenece a la quinta generación. Su familia lleva en estas tierras muchos más años que el embalse que proyectase el escritor Juan Benet. Porma, como Barrios de Luna, está casi a rebosar. Según los mismos datos de la Confederación Hidrográfica del Duero, a 1 de mayo, el agua llega al 93,71% de capacidad, que es de 318 hectómetros cúbicos. La media el año pasado fue de 249 hectómetros cúbicos, casi la misma que en los últimos ocho ejercicios.

Roberto, que lleva al frente del negocio desde hace unos años, reconoce que a veces se piensa que un día el embalse puede reventar, «pero nunca se cree que pueda pasar». Sus padres, explica, vieron cómo se construyó el pantano y cómo se probó con el agua por encima de las compuertas. «Estamos aquí de toda la vida, y nunca ha pasado nada», insiste Roberto.

No piensa lo mismo María Dolores del Blanco, vecina de Cerecedo, un pueblo situado a unos 5 kilómetros de distancia, aguas abajo de la presa. María Dolores, que vive en la primera casa nada más pasar el puente sobre el río Porma, prefiere no subir hasta el embalse, y menos ahora que está casi al completo. «No voy a verlo por si acaso aparezco en León», comenta con ironía, no exenta de respeto por lo que pueda pasar.

María Dolores está acostumbrada al ruido del agua. «Si lo pensáramos, qué tendríamos que hacer. Salir corriendo, pero a dónde», se pregunta.

Esta vecina de Cerecedo sí ha pensado en más de una ocasión lo que puede pasar si un día revienta el pantano. «Lo pienso, pero prefiero no decirlo».

El Porma es hoy un río regulado. Antes, las crecidas en primavera eran frecuentes, y aquello generaba más temor todavía. El puente situado cerca de la casa de María Dolores era entonces de madera. Un día se lo llevó el agua. «Si ahora no viene, tiene que estar en algún sitio», asegura.

En los bares de Boñar, en cambio, nadie piensa que el pantano del Porma se puede desbordar. «Eso es cemento armado y no pasa nada. Impone, porque es mucha agua embalsada, pero nada más».

Cuando la ministra de Medio Ambiente llegó al poder, tras las elecciones del 14 de marzo de 2004, el departamento de Cristina Narbona anunció a bombo y platillo un plan para dotar de sistemas de emergencia a varios pantanos de la provincia de León, recogiendo una idea de José Borrell de su época de titular de la cartera de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente en 1996. «Ninguno de los equipos que le sustituyeron impulsaron decididamente las redacción de los denominados reglamentos técnicos sobre seguridad de presas y embalses», denunció en un comunicado el Ministerio de Medio Ambiente.

El plan que anunciaba Narbona afectaría a Villameca, Valdesamario, Barrios de Luna, Selga de Ordás, Riaño y Porma. «La Confederación Hidrográfica del Duero gestionará la inversión que contará con un presupuesto superior a los nueve millones de euros y que dotarán de contenido a un proyecto cuya redacción –en lo que hace referencia a las presas de la provincia leonesa– data de octubre del año 2003», añadía la nota oficial.

De aquellos planes no se sabe más. Nadie piensa que pueda pasar nada, aunque María Dolores, de Cerecedo, cree que este año 2007 es un año excepcional. Por los riachuelos que van a dar al Porma en su pueblo baja más agua que nunca. Si vuelve a llover, la situación será ya excepcional, si no lo es ya en los pantanos de León. Pero nadie se preocupa.

Fuente: La Crónica de León

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