viernes, 1 de junio de 2007

Un torero leones prueba en las Ventas


Seis toros de Palha, bien presentados y manejables, pudieron propiciar el éxito de la terna, que por unos u otros motivos no consiguió cuajar una tarde de triunfo. El primero, que derribó al caballo de picar, fue bravo y aplaudido en el arrastre. Tuvo peligro el segundo, y se hizo amo del ruedo en los primeros tercios el tercero, muy mal lidiado, que al final se dejó. El cuarto fue noble y de templada embestida el quinto, también aplaudido al llevársele las mulillas. Lo mismo ocurrió en el que cerró plaza.
Una tarde más –y van...– la plaza de Las Ventas lució un lleno de 'No hay billetes'. Y así da gusto, sobre todo en el serial isidreño, porque luego vendrán las medias entradas veraniegas.

De momento, la corrida de ayer, dentro del ciclo torista del abono madrileño, era una clara oportunidad para relanzar la carrera de tres toreros que merecen estar más arriba en el escalafón.

Nuestro paisano, el leonés Javier Castaño, presentó su tarjeta de visita en un apretado quite por chicuelinas al toro que abrió la corrida. Ya en el suyo, el segundo, comprobó en las primeras arrancadas a la muleta (que no pudo manejar con solvencia por el viento que le molestó sobremanera), que el toro se vencía peligrosamente. Pese a ello, aguantó coladas y parones con la diestra, para cruzarse después la zurda sin importarle que le midiera constantemente el animal. Un toreo, en suma, ayuno de filigranas, pero con firmeza y verdad, ya que otra cosa no cabía.

Brindó la muerte al público del quinto, para comenzar su trasteo muleteril con las rodillas en tierra, saliendo comprometido al tercer pase. Luego, con la diestra, muletazos aguantando miradas y parones y dejándose puntear los bordados del vestido por los astifinos pitones de su oponente. Y cuando agotó las embestidas, alardes de valor que no calaron sobre todo en el sector contestatario de esta plaza.

Una tarde la de ayer de Javier Castaño en Las Ventas en la que respondió con lo que estaba en su mano: decisión y vergüenza profesional. Mató a su primer enemigo con media estocada con travesía y descabello al sexto golpe. Y al quinto, de estocada trasera y certero golpe de verduguillo, silenciándose en ambos casos su labor.

Sánchez Vara, primer espada de la terna, banderilleó superiormente a sus dos enemigos. Ligó muletazos en cuatro series diestras a su primero, y remató su labor de una estocada, escuchando una ovación que agradeció desde el callejón. En el cuarto su faena no tuvo ligazón al pararse el toro y no encontrar fórmulas el torero para solucionar el problema.

Luis Vilches, por su parte, toreó con largura en redondo al tercero, pero no encontró ritmo y continuidad. Volvió a intentarlo en el sexto con buen concepto del toreo, sobre todo al ligar naturales de mano baja y largo recorrido que fueron lo mejor de la tarde.

Fuente: La Crónica de León

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