El tiempo desapacible no puede con la romeria de la Virgen del Villar

Cientos de ribereños de Carrizo y de otras localidades aledañas peregrinaron ayer a la ermita de la Virgen del Villar en los antiguos pueblos de Villar y San Miguel de las Ollas, como rito litúrgico ancestral de todos los martes de Pentecostés, dentro de las fiestas de la Patrona de la villa. La carretera de Riofrío y San Feliz de las Lavanderas se llenó de romeros desde las once y media de la mañana, desafiando al frío y al viento, que hacían la marcha, de unos tres kilómetros, totalmente desapacible.

Un cortejo que abrían los pendones de Carrizo de la Ribera, Santibáñez de la Isla y San Román, cuyos portadores hubieron de hacer malabares para sostener su verticalidad, aunque alguno dio con su largo mástil entre las hierbas de los carrizales por los que atravesaba la procesión. Después, el gentío arropaba las andas de la Virgen del Villar, portada por mujeres de la localidad, al igual que la media docena de ramos floridos que precedían la imagen de la santa patrona de Carrizo.

Una romería en la que más apetecían las chaquetas y las cazadoras que la ropa de campo, pero cargada de devoción hacia esta imagen mariana del siglo XI que, desde hace varias décadas y por seguridad, fue trasladada al monasterio cisterciense de Santa María de Carrizo, donde permanece todo el año, cuando antes residía en la ermita de los villorrios del Villar y San Miguel de las Ollas que, con la fuente 'La Prieta', recuerdan viejos asentamientos celtas y castros romanos, en los que se confeccionaban ollas –de ahí su apelativo– con el barro de buena textura que aún existe en el paraje.

Así y todo, se cumplió la tradición, con toda la parafernalia andarina, misa en los alrededores de la ermita, donde se guarda una réplica de la Virgen del Villar auténtica, y se ensayaron algunos bailes populares tras la celebración religiosa. Después, la fiesta continuó ya en Carrizo, con la actuación del grupo Mayalde de música popular y por la noche, la verbena estuvo amenizada por la orquesta Rádar.

Fuente: La Crónica de León