lunes, 23 de abril de 2007

El ave enseña sus entrañas


Son gusanos gigantes de más de doscientos metros de largo que se comen montañas. Pajares es el último gran macizo que la línea de alta velocidad Madrid-Gijón tendrá que atravesar. Pero mientras las máquinas avanzan lentamente por el interior de la Cordillera, otras tuneladoras devoran montañas a lo largo de la línea.

La empresa de origen asturiano Tapusa, que ha sido la responsable de varias obras en la Autovía del Cantábrico, es la encargada de hacer los túneles de San Pedro, entre Colmenar Viejo y Soto del Real, en Madrid, de la línea a Valladolid. La perforación de los túneles, de 8,5 kilómetros de largo cada uno, acaba de finalizar y la máquina se para.

La tuneladora de San Pedro es de escudo simple, a diferencia de sus hermanas de la Variante de Pajares y la M-30, que a medida que se excava se puede ver el terreno y en función de las características del mismo se coloca un tipo de sostenimiento más ligero o más pesado.

Entre veinticinco y treinta personas han estado dirigiendo durante más tres años al gigante de metal. Además del conductor están los electricistas, mecánicos, soldadores, perforistas... Todos ellos son los encargados de hacer que el ingenio funcione. Pero las dimensiones de la obra -se han excavado más de tres millones y medio de metros cúbicos- han movilizado, cuando la tuneladora se encontraba a pleno rendimiento, a más de 500 trabajadores.

Las tuneladoras del Pajares, por el lado asturiano, están encontrando problemas en el terreno, y en el cerro de San Pedro ocurrió algo similar. Por ello, y teniendo en cuenta que el compromiso del Ministerio de Fomento es que la línea hasta Valladolid entre en funcionamiento en diciembre de este año, la tuneladora recibió ayuda.

Se abrieron varios frentes a lo largo de los túneles empleando el método austriaco de construcción de túneles, es decir, mediante voladuras de cargas explosivas dispuestas a lo largo del frente de excavación.

La operación es sencilla. Se vuela y, tras haber ventilado el túnel, se retiran los escombros con maquinaria pesada, se sostiene la zona abierta y se procede a plantear una nueva voladura. Así, se ha conseguido que el 13 de marzo tuviera lugar la última voladura que acabó de perforar los túneles. Ahora queda poco más de medio año de plazo para terminar la obra, y la actividad en el cerro de San Pedro no para nunca.

Se trabaja 24 horas al día en turnos que se suceden durante los siete días de la semana. Con este rimo frenético la producción diaria es de más de 1.500 metros cúbicos de hormigón. Sólo para el revestimiento de cada túnel se necesita bombear más de 150.000 metros cúbicos de hormigón. Todo para que, cuando el tren de alta velocidad cruce el cerro, el viaje en tren de Madrid a Asturias se vea reducido una hora y media.

Fuente: LNE

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