domingo, 28 de octubre de 2007

Quiero ser minero

La muerte se ha vuelto a cruzar en el destino de un sector acostumbrado al trabajo duro y, en muchas ocasiones, a un trágico final. El emblemático Pozo Calderón de MSP ha sido testigo esta semana del último accidente mortal en la minería leonesa, en un mes de octubre especialmente negro en las cuencas de Laciana y Bierzo. Adolfo Soares de Brito, de 27 años, murió el pasado lunes al ser alcanzado por una máquina de tracción cuando abandonaba el tajo.

Pese a su traslado urgente, primero a una clínica de la capital lacianiega y más tarde a Ponferrada, nada pudo hacerse por salvarle la vida. Pedro y David, también jóvenes y compañeros del fallecido en la subcontrata Carbocal que trabaja para MSP, intentan reponerse del duro golpe. Pese al mal trago, ninguno ha pensado en abandonar su profesión de minero. «He trabajado en la construcción, pero prefiero la mina», asegura David Freire.



León lleva este año tres muertos en sus cuencas mineras. Nada que ver con los años 90, cuando se sobrepasaba la decena de bajas, ni con décadas anteriores en las que la muerte era una compañera habitual del trabajo en la mina. Lo sorprendente de este 2007 es que los tres trabajadores han perdido la vida en apenas un mes. El pasado día 18 moría Gustavo Daniel Molina, de 34 años, en una explotación a cielo abierto de Pobladura de las Regueras, en el Bierzo. El dumper que conducía –un camión de grandes proporciones que se utiliza para el transporte del mineral–, cayó por un terraplén. Otro minero, Carlos Díez, falleció la semana pasada en Villablino víctima de un fallo cardiaco cuando se dirigía a trabajar a la misma contrata donde estaba empleado Adolfo Soares de Brito, el tercer fallecido.

En este último caso, se da la circunstancia también de que este joven minero era hijo de uno de aquellos inmigrantes que llegaron a Laciana hace 40 años para trabajar en las minas de carbón. «Era un buen minero», comenta su compañero David Freire. El Comité de Higiene y Seguridad, un organismo que actúa en los casos de accidentes mortales en la minería, y que cuenta con representantes sindicales, de las empresas y de la Administración, dictaminó esta semana que la muerte de este joven lacianiego fue fortuita. «Era un gran minero. Le pudo tocar a él, como me pudo tocar a mí», añade David.

DE TODA LA VIDA

Muchos jóvenes leoneses prefieren la mina a trabajar en otros sectores como la construcción. Aunque el trabajo es muy duro, mucho más que cualquier actividad subido a un andamio, la mina ofrece más seguridad. Eso es, al menos, lo que piensan, los últimos jóvenes que han ingresado en la Hullera Vasco Leonesa. Los sindicatos esperan que el año que viene la empresa con sede en Santa Lucía de Gordón vuelva a ofertar nuevos puestos de trabajo. Algunos de los que entraron en la última remesa, hace unos años, son tajantes: «Al menos tienes un trabajo fijo. Las instalaciones son buenas, aunque tampoco por ello puedes evitar el peligro que tiene esta mina, como todas».

La minería leonesa mantiene unos niveles de siniestralidad «razonables», según la Dirección General de Energía y Minas de la Junta de Castilla y León, con una clara tendencia a la baja en los últimos años. Las cuencas mineras de Laciana, Bierzo y Gordón contabilizan una media de 3.000 accidentes laborales al año entre leves y graves. La media de accidentes mortales se cifra en cinco, en un sector que aún genera 10.000 empleos directos en León y Palencia y cerca de 25.000 indirectos en la Comunidad.

Sin embargo, los sindicatos son muy críticos. La Federación Minerometalúrgica de CCOO (FM-CCOO) ha denunciado la elevada siniestralidad laboral en los sectores de la minería y la siderurgia, con siete trabajadores fallecidos en la última semana en toda España, tres de ellos en la provincia leonesa.

Para el sindicato, es «inaceptable» y sólo puede explicarse por el incumplimiento empresarial de las normas de seguridad y salud laboral y por unas condiciones de trabajo «precarias». Según Comisiones Obreras, el sector privado de la minería es también responsable «de que estos trabajadores, en su mayoría de empresas subcontratadas por ellas, pierdan la vida en sus puestos de trabajo».

El riesgo y la penosidad están íntimamente asociados a la profesión minera. Hace ahora un siglo, en el año 1905, se creó la Comisión del Grisú y Seguridad Minera, que supuso el primer paso de una larga lucha por mejorar los derechos de los trabajadores mineros, lucha que hoy continúa por parte de los sindicatos.

Según un informe elaborado hace unos años sobre la siniestralidad en el sector, la mayor parte de los accidentes –hasta un 45%– son por derrabes y desprendimientos de minerales y rocas, hundimientos o arrastres de carbón en el interior de la minas; el 25% por atropellos o aprisionamiento con maquinaria; el 15% por explosiones e incendios por el uso de explosivos y ya en menor medida por otras causas como electrocución, vuelco de máquinas... Pese a la mejora de las condiciones laborales, el carbón es un sector en horas bajas. El nuevo Plan del Carbón, que tendrá vigencia hasta el año 2012, supondrá la pérdida de 1.200 puestos de trabajo y una reducción de 1,6 millones de toneladas de carbón en apenas siete años. A cambio, las comarcas mineras recibirán una media de 120 millones de euros al año para proyectos e infraestructuras. El sector apenas tendrá entonces unos 2.300 mineros activos, si bien es cierto que el Plan también contempla la incorporación de 450 trabajadores procedentes de las subcontratas y de las empresas que cierren como han exigido los sindicatos.

RAZONES

Muchos jóvenes también deciden trabajar en la minería por el coeficiente reductor que tiene el sector. Aunque no saben si se verán afectados por nuevos planes del carbón, que están prejubilando a compañeros con poco más de 40 años, el trabajo es duro pero a cambio también uno puede marcharse antes. Así piensa, por ejemplo, David Freire, compañero del último fallecido. «Es peligroso, pero también lo son otros sectores y no tienes el mismo coeficiente de reducción. Hay que aceptarlo así y trabajar. Esperemos llegar a la jubilación y disfrutar de ella unos años antes», asegura poco antes de entrar en el tajo en el Pozo Calderón el pasado jueves, tres días después de la muerte de su compañero.

David es minero, como lo ha sido toda su familia durante generaciones. Por eso también trabaja en la mina. «Lo he vivido toda la vida, y lo prefiero», añade.

Lo mismo piensan sus compañeros de la Vasco. Creen también que poder jubilarse antes es un aliciente, aunque no saben qué pasará más allá de 2012. Y también hay quien piensa que es un sambenito que los sindicatos intentan desterrar. «La gente se jubila antes, pero también hay que analizar lo que es el trabajo en la mina, que no tiene comparación con ninguna otra actividad profesional. No sólo es jubilarse; también hay que ver los años que ha pasado la gente en los tajos y las condiciones en las que trabaja», comenta Manuel Arias, líder de Comisiones Obreras en la Hullera Vasco Leonesa.

Al minero siempre le ha perseguido una imagen de hombre rudo, quizá también por el esfuerzo que requería su trabajo, pero ese perfil nada tiene que ver con el trabajador que hoy baja a los pozos. Muchos jóvenes entran en la mina con estudios medios. «La mina es hoy un trabajo más. Como todos, aunque muchos más duro», insisten los jóvenes mineros de la Vasco.

La compañía minera de Gordón clausura hoy precisamente su Mes de la Seguridad, una serie de actividades que tienen como objetivo reducir el número de accidentes. La seguridad es el caballo de batalla de cualquier explotación minera. Sólo hay que ver los grandes carteles que alertan del peligro en el pozo Tabliza de la Vasco: «No cruzar las vías»...

Aunque el futuro del carbón es negro, como el propio mineral, también es cierto que empieza a vislumbrarse cierto horizonte esperanzador como consecuencia de la política de precios del petróleo y el gas, la fuerte oposición a alternativas como la energía nuclear y las tensiones internacionales. «El carbón es la única energía que tenemos y eso es un activo para trabajar en este sector», comenta otro de los jóvenes mineros de la Vasco.

Tras haber sido denostado durante décadas, el carbón puede convertirse, además, en una energía limpia si logra evitar las emisiones de CO2. La Agencia Internacional de la Energía ha revisado al alza sus previsiones de demanda de carbón en el mundo y calcula que en las próximas dos décadas su consumo crecerá en torno al 2% anual. También la Comisión Europea, en su Libro Verde «para una energía sostenible, competitiva y segura», considera la necesidad de mantener la generación de electricidad con carbón y buscar soluciones de baja emisión de CO2.

«En Gordón hemos vivido del carbón durante generaciones y eso lo único que tenemos para vivir en estas zonas. Por eso también nos metemos en la mina. Porque es lo que hay», sostienen los mineros de la Vasco.

El accidente del pasado lunes ha reabierto de nuevo el debate sobre la situación de las subcontratas mineras, operarios que trabajan tanto o más que los mineros de las grandes empresas pero que tienen sueldos mucho más bajos. Sin embargo, la subcontratación no es un problema específico de la minería. Siete de cada diez trabajadores de las obras de la Variante de Pajares también son subcontratados, por poner un ejemplo cercano.

Aunque la muerte ha estado presente, una vez más, entre lo mineros leoneses, nadie piensa que va a ser el próximo. «Ya no es lo de antes», dicen cuando se les pregunta.

David Freire, el compañero de la última víctima leonesa, ha decidido alejarse de Laciana durante el fin de semana para 'olvidarse' un poco de lo ocurrido. Sus palabras acaban con una súplica: «Lo que ha dejado claro una vez más este accidente es la ineficacia de los servicios médicos del valle de Laciana. A todo hay que ir a Ponferrada y se tarda más de una hora. No sé si se podría haber salvado, pero al menos se hubiera intentado», denuncia este joven minero.

Sin embargo, en Laciana muchos son pesimistas: «Si 5.000 mineros no lograron mejorar las condiciones de la sanidad en Laciana, poco o nada van a lograr ahora 400. Vamos a seguir igual o a peor que hace 20 años».

Pero ésa ya es otra batalla para los lacianiegos, para los que trabajan y los que trabajaron.

Fuente: La Crónica de León

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