sábado, 19 de mayo de 2007

En Busdongo, una niña juega con una granada de mano de la guerra


«Soy mala, tengo una bomba», entró diciendo Penélope en el bar de su abuela, en Busdongo. Primero se lo tomaron como una broma de esta dicharachera niña de nueve años (precisamente hoy cumple diez), habladora y soñadora —«yo quiero ser actriz», insiste— hasta que se dieron cuenta de que la niña no mentía y lo que traía en las manos era una vieja granada de racimo, seguramente de la época de la Guerra Civil, con la que llevaba un buen rato jugando, después de encontrarla, «porque era igual que un mechero que tiene mi abuela en el bar». Y es cierto, la abuela enseña un mechero cuya carcasa es una granada de plástico idéntica a la que traía la niña de una escombrera cercana.

Podía haber cundido cierto pánico, pero Marisol, la abuela de la niña y dueña del mismo bar en la localidad montañesa, impuso rápidamente la tranquilidad. Cogió la bomba, la colocó a buen recaudo y dijo, «cuando pase la Guardia Civil por aquí ya se la daré y que la lleven».

Por suerte, esta mujer sabía muy bien lo que eran estas granadas y otros artefactos que sembraron los montes de la comarca de La Tercia y Arbas, después de una guerra especialmente dura en estas zonas, con enfrentamientos recordados por su dureza que dejaron los montes llenos de 'metralla'. «De niñas cogimos en el monte muchas granadas de éstas y, sobre todo, balas. A las bombas les quitábamos la espoleta, que era de cobre, y se la vendíamos junto a las balas al chatarrero de La Robla. Muchas piezas de la vajilla compré yo con lo que saqué de aquellas ventas».

Sin embargo, esta bomba estaba muy cerca del pueblo, a escasos veinte metros de las vías del tren a su paso por la estación de Busdongo. «Es que limpiaron el río, que va canalizado por debajo del túnel, y llevaron allí los escombros», y entre aquellas piedras estaba la granada que encontró Penélope.

La niña habla y habla. «Fui a buscar piedras bonitas, andaba buscando una 'penelopina' y vi la granada, que era como el mechero de mi abuela y estuve jugando con ella. Después fui al bar a asustarlos y decía: 'Soy mala, tengo una bomba'; hasta que me la quitó abuelita».

La abuela, que no se inmuta por nada, dejó la bomba en casa durante la noche y ayer avisó a la Guardia Civil de Cármenes que se desplazó al lugar pero no se hizo cargo de ella y requirió la presencia de los especialistas en explosivos, que se personaron en el lugar y se hicieron cargo de la bomba. «Sí tiene carga, pero es muy difícil que pueda llegar a explosionar por la simple manipulación de la niña. De todas formas, lo que hay que hacer es siempre avisar pues nunca se sabe».

Fuente: La Crónica de León

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