sábado, 22 de diciembre de 2007

Cremer sigue vivo después de los cien años

«Son un hombre de la resistencia, un superviviente». Victoriano Crémer comenzó con estas palabras la presentación de la obra Letras del Centenario , con la que el poeta ha querido celebrar el aniversario de la Cámara de Comercio de León. El escritor hizo balance de sus ya 101 años y aseguró que cumplir tantos días de «existencia legal y provechosa» no es una cuestión baladí, sino más bien empresa en la cual se arriesga tiempo, ilusión y voluntad.

El periodista recordó cómo en las calendas de su nacimiento vivían en la ciudad no más de 20.000 personas. «Dominaba el azar político», subrayó antes de evocar algunos de los nombres con los que compartió gran parte de los años de su vida pública. Crémer rememoró a los Eguiagaray, a González Roldán, a Cipriano Lubén, Alfageme, Hurtado o Llamazares, «nombres clave para entender una sociedad compleja y confundidora», dijo.

El autor de El fulgor de la memoria hizo hincapié en la importancia que en una sociedad a la que calificó como rústica y sin cuajar, «economía de labradores pacientes y mineros de alma blanca», tuvo la fundación de la Cámara de Comercio, nacimiento que calificó como circunstancia orteguiana. Victoriano Crémer.

Gracias en parte a esta institución, en León no se sintió la pobreza de otros lugares y no fue «un enclave hundido en la pobreza y el abandono» sino una ciudad «abierta, liberal y amiga de la caza del gamusino», comentó. El libro, que comienza con un poema titulado Para el aire -« Una vez fui joven/ y las gloriosas golondrinas/ detenían el vuelo/ Con tanto cielo sobre mí/ coloqué el alma y más alma en el camino/ y esperé el paso/ de los bueyes sagrados/ que transportan/ amor entre las piedras (...)»-, es una joya bibliográfica de la que sólo se editarán 500 ejemplares. Sin finalidad venal, las copias se distribuirán entre las bibliotecas y colegios de la provincia.

«Los libros no se presentan, lo hacen por sí mismos», subrayó el autor y es el caso de esta obra sencilla y magnífica, en la que Crémer ha invertido un año de trabajo. En ella el poeta vuelve a desvelarse a lo largo de diez poemas y varios dibujos en los que demuestra que su puerta sigue abierta para la poesía. Así lo demuestra en las diez fabulaciones líricas que pueblan este libro, en las que vuelve a demostrar que sigue siendo un poeta total, el humanizador de los versos, existencialista y, sin embargo, esperanzado. Así lo demuestra con su último poema: El último tren , que se abre con el machadiano Creo en la libertad y en la esperanza .

El presidente de la Cámara, Manuel Lamelas, destacó que en el libro se aúnan dos personalidades, una natural y otra jurídica. Recordó el paso y la implicación del escritor con este órgano y lamentó que «ni la limpia prosa ni el recio verso de Crémer consiguieron imprimir a los áridos relatos de las actas, ni a los estrictos acuerdos recogidos en aquellas, un poco de frescura y literaria amenidad».

Por su parte, el secretario de la Cámara, Antonio Díaz, agradeció la generosidad de Victoriano Crémer y lamentó que a los leoneses les pasa con el poeta como con la Catedral: «Pasamos al lado de ellas diariamente y no nos percatamos de que es un monumento de primera magnitud y si nos percatamos lo olvidamos. Crémer los tenemos aquí al lado y no nos damos cuenta de que es un poeta eterno y universal», aseguró.

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