sábado, 7 de abril de 2007

Portilla de la Reina, otro pueblo de Leon que se muere


La belleza paisajística del pueblo de Portilla de la Reina es única en la Montaña Oriental leonesa. Sin embargo, pasear por las calles de este pequeño pueblo refleja la realidad de la mayor parte de las localidades de esta comarca leonesa que se están muriendo, literalmente, por falta de gente que los habite.

Tan destacado síntoma es fundamental para comprender la reivindicación unísona de los pocos que aún permanecen en el pueblo, centrando su única salvación en la puesta en marcha de la estación de esquí de San Glorio. Por algo, este pueblo, junto con el de Llánaves, es el que permitirá que el proyecto se materialice después de poner gratuitamente a disposición de la Diputación Provincial de León los terrenos que albergarán la iniciativa invernal.

En el pueblo de Portilla están censados un total de 84 vecinos, según las cifras oficiales que maneja el Ayuntamiento de Boca de Huérgano. Sin embargo, la realidad es que tan solo una veintena de ellos lo habitan a lo largo del año. Lo peor de todo es que los menores de 40 años, lo que puede considerarse como población joven, no llegan siquiera a la decena.

Los vecinos son conscientes de que su última oportunidad de desarrollo está en la estación de esquí. Silvia Señas, la propietaria del único bar abierto en el pueblo, tiene claro que «aquí ya no hay nada. Los pocos que aún vivimos nos veremos obligados a marcharnos si no se consigue que resurjan los pueblos. La estación de San Glorio es nuestra última oportunidad y, por eso, es tan necesario que comiencen ya de una vez a construirla, porque son muchos los que por aquí se acercan durante el verano y nos preguntan sobre San Glorio, porque ya han oído hablar del proyecto y saben que Portilla, junto con Llánaves, va a ser el centro de la estación».

El pedáneo del pueblo, Raúl, es consciente de que «el pueblo se muere, y le queda poco…». Reconoce que en Portilla carecen de absolutamente casi todos los servicios. Como ejemplo, argumenta que «el panadero viene cuatro días a la semana, para el resto, hay que desplazarse hasta Boca de Huérgano o Riaño y la distancia, por esta carretera, es importante. Eso sí, si se quiere disponer de servicios hay que bajar hasta Cistierna o la localidad palentina de Guardo, a más de 60 kilómetros porque en la montaña apenas hay nada…», afirma Raúl.

La estación de esquí es también para el presidente del pueblo «la única salvación al día de hoy», porque «la llegada de esquiadores atraería gente a los pueblos, se abrirían negocios nuevos, se instalarían servicios que nos hacen mucha falta por la distancia a los pueblos más grandes, por ejemplo un centro médico o, simplemente, un cajero automático porque aquí, si te quedas sin dinero, tienes que bajar hasta Riaño».

También Raúl se ilusiona con la posible apertura de la escuela. «Si la gente vuelve al pueblo porque la estación genera empleo, sobre todo los jóvenes que han tenido que emigrar y que tienen hijos pequeños, lo lógico es que pueda abrirse de nuevo la antigua escuela y la llegada de niños siempre es síntoma de vida».


Fuente: La Crónica de León

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