Muere la "Teresa de Calcuta" de León
Tenía 104 años y más de la mitad de su vida la dedicó a atender a aquellos que más lo necesitaban en una de las zonas del mundo más deprimidas, la India. Tal vez por esto algunos la han calificado como la Teresa de Calcuta leonesa. Se llamaba Pilar González, perteneció a la Congregación de Misioneras de Cristo Jesús y falleció el pasado viernes en Pune (India), cerca de Bombay. «Era enfermera y trabajaba con toda su alma y la efectividad posible y también con todo el corazón», explicaba ayer Isabel, compañera misionera que la acompañó durante casi diez años desarrollando labores humanitarias en una leprosería de Tura.
Era la misionera más longeva de la Diócesis de León y encomendaba su alma a Dios a escasos kilómetros de la costa occidental del centro de la península del Indostaní. Natural de Peredilla de Gordón, fue una de las primeras misioneras católicas en el nordeste de la India. Corría el año 1948 y su primer destino fue una leprosería «a la que nadie quería ir», explica Isabel. «Era una zona con difíciles comunicaciones cerca del Nepal donde había gente que había llegado de la zona del Tibet», añade esta religiosa que pudo conocerla muy bien.
Permaneció un año en este destino y más tarde fue trasladada por la congregación a un hospital de tuberculosos más cercano a Birmania donde trabajó cinco años, para regresar nuevamente a la leprosería. «Nunca se demostraba cansada. Era una mujer fuerte en todos los sentidos», aseguran quienes la conocieron y la trataron directamente.
Pero Sor Pilar no sólo trabajó sobre el terreno en labores que por aquellos años no todos los misioneros se mostraban dispuestos a afrontar. Tras unos problemas de corazón y tras más de quince años en la India, su estado físico no le permitía recorrer los tres kilómetros que diariamente hacían por toda la zona hasta la leprosería, y la congregación la destinó a una casa de noviciado en la zona de Pune, donde desarrolló su tarea hasta su muerte, el pasado viernes.
En esta zona se encargó de formar a las novicias, muchas de ellas indias, y se encargaba de la cocina. «Incluso aprendió su estilo de cocina y les preparaba platos tradicionales de allí», asegura Isabel que recuerda como «se interesaba por cada persona como si fuera de su propia familia». Un carácter y un trabajo que le servirán para ser recordada en zonas tan dispares como la India y Peredilla.
La Crónica de León
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