domingo, 17 de junio de 2007

El museo Biblico y Oriental se abrira en San Isidoro de Leon

El Museo Bíblico y Oriental abrirá finalmente sus puertas en enero en la antigua abadía de San Isidoro, la que fuera la antigua sede de la Escuela Taller y del Taller Superior de Arte Sacro -tres plantas y sótano-. El abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez Llamazares, no oculta su satisfacción con este proyecto. Y anuncia que antes de mostrar sus tesoros, el Museo Bíblico, coincidiendo con las Navidades exhibirá al público un gigantesco belén.

El objetivo, según Rodríguez Llamazares, es que los alumnos del Museo Bíblico y Oriental, que imparte clases de lenguas antiguas, como sumerio, acadio, egipcio jeroglífico o ugarítico, así como de historia bíblica o de religiones, puedan utilizar estas nuevas dependencias el próximo curso. Actualmente están a punto de finalizar las obras de rehabilitación de esta zona de la colegiata -las instalaciones de aire acondicionado, la electricidad y fontanería-.

La apertura del Museo Bíblico es «un proyecto muy ambicioso, que va a dignificar a León y a la colegiata», según el abad, quien destaca que se trata de «un museo único en el mundo», que previsiblemente, como ya ocurre con las conferencias que organiza, atraerá a la ciudad a los más importantes estudiosos en las materias competencia de esta institución. Pero además, el Museo Bíblico va a suponer un auténtico descubrimiento para los leoneses y para quienes lo visiten.

El apoyo del empresario leonés David Álvarez, propietario de Eulen y de las bodegas Vega Sicilia, ha sido decisivo para el que el Museo Bíblico pueda exhibir en León una colección que reúne piezas de las primeras civilizaciones, después de que estos valiosos fondos sufrieran un incomprensible trasiego de institución en institución. Básicamente, el museo gira en torno a la colección Van Dijk, un legado que el profesor y coleccionista holandés dejó en herencia a su alumno más aventajado, el sacerdote leonés Jesús García Recio, hoy director del Instituto Bíblico y Oriental. Se trata de una de las más importantes colecciones sumerias, con textos cuneiformes que datan del 3.100 antes de Cristo y son los primeros exponentes de la escritura. Los fondos del Museo Bíblico y Oriental -alrededor de mil piezas y 10.000 volúmenes- están cargados de historias apasionantes de las culturas que surgieron en el valle bañado por los ríos Tigris y Eufrates.

Maravillas como dos pictogramas de la época Uruk (2.800 a. de C.). Mensajes enigmáticos, algunos aún pendientes de ser traducidos, o una tabla de dividir infantil, con dos errores, fechada en el siglo XIX antes de Cristo o una de las primeras letras de cambio. También un importante número de cartas paleobabilónicas, algunas con su correspondiente sobre de arcilla, que nunca han sido abiertas y, por tanto, permanecen sin ser descifradas; terracotas con escenas de la vida cotidiana mesopotámica;

cilindros-sellos para certificar documentos, que se usaban en el 2.400 a. de C.; y hasta un conjuro arameo contra los espíritus fechado en el siglo III antes de Cristo.

Nuevos mecenas

Recientemente, Francisco Antonovich, español nacido en El Cairo y actualmente residente en París, uno de los grandes expertos mundiales en Alejandro Magno, así como un gran estudioso de la cultura árabe y del Oriente Medio, amén de excepcional coleccionista de piezas históricas, donaba al Museo Bíblico un centenar de piezas y documentos. Se trata de una colección arqueológica y documental en la que cabe mencionar valiosas biblias antiguas, diversos objetos de la cultura egipcia con inscripciones jeroglíficas, sarcófagos de toda la región, desde egipcios a hebreos -destacando uno procedente de Jerusalén, del siglo primero-, así como textos sumerios, fenicios o ugaríticos.

Además, Antonovich prestará temporalmente al museo leonés un excepcional belén de 300 figuras procedente del Reino de Nápoles, que, junto con otro que se halla en el Palacio Real, es uno de los más valiosos del mundo.

Fuente: Diario de León

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