domingo, 11 de marzo de 2007

A Raul Gerra Garrido le dan tambien el premio de las letras de Castilla y Leon


A Raúl Guerra Garrido cuesta trabajo ponerle entre paréntesis aquello de Madrid 1935. Sí es cierto que nació en ese año y en esa ciudad, pero es berciano, vive en San Sebastián y se ha implicado en los problemas del País Vasco hasta el alma, viaja constantemente y como le gusta llevar a sus novelas los paisajes que conoce por ella han desfilado las tierras del Bierzo ('El año del wólfram' o 'El otoño siempre hiere', por citar dos), del País Vasco ('Cacereño', 'La carta', 'Todos inocentes' o la que va a publicar sobre un escolta en aquellas tierras titulada 'La soledad del ángel de la guarda'); Madrid ('La Gran Vía es Nueva York', con la que ha ganado el Nacional); la Antártida ('El síndrome de Scott'); Castilla ('Castilla en Canal', un libro de viajes); Copenhague o el mar abierto ('La mar es mala mujer'). Esa universalidad le permite ganar el Nacional de Literatura y el Castilla y León de las Letras con pocos meses de diferencia.
Pregunta.— ¿Haber ganado el Nacional hace muy poco cree que ha 'obligado' un poco al jurado del Premio Castilla y León de las Letras?

Respuesta.— No lo sé pues ni siquiera sabía que se reunía el jurado. Parece lógico que les pueda haber influido pero no me he parado ni a pensarlo. De todas formas, bienvenido sea y razonando con lógica de vinatero, que es de donde procedo, diría aquello de «buena añada, bienvenida».

P.— ¿Que llegue desde su tierra le añade un componente más sentimental, más cercano, o dada su biografía dice aquello de 'los del Bierzo nacemos donde nos da la gana'?

R.— No, para que voy a negar que a mí me hacía mucha ilusión este premio, y más después de ganar el Nacional. Pero sigo manteniendo mi teoría de siempre de que los premios siempre son valores un poco aleatorios, cuando gané el Nacional te decía que la única justicia de los premios sería darlos por orden alfabético'. Lo sigo pensando, pero estoy encantado de que este año le haya tocado a la ge.

P.— Para un escritor el premio más real son los lectores y lo cierto es que a Raúl Guerra Garrido nunca le han faltado.

R.— Esa es la gran verdad y ahí no me quejo. Nadie sabe el perfil de sus lectores, al menos yo no lo sé, pero la prueba del algodón es que siempre he tenido algún editor dispuesto a pagarme por un texto para después él venderlo en forma de libro. Eso es lo que me ha dado moral para seguir escribiendo siempre.

P.— Si no conoce el perfil de sus lectores, ¿para quién escribe?

R.— Para mí. Siempre se dice que uno escribe para sí mismo, en mi caso es verdad, lo tengo muy claro, escribo para quitarme los demonios que tengo encima. Si después conectas con mucha gente, tienes una sensibilidad común con muchos, pues maravilloso y si, además, vienen premios, mejor aún. Pero la razón primera de escribir es mucho más íntima, solitaria, casi masturbatoria.

P.— Tal vez la razón de tener lectores 'suficientes' esté relacionado con lo que el jurado llamaba dar testimonio de la actualidad y, además, en alguien que escribe de lo que conoce, lo que ha vivido y lo que ha sufrido.

R.— Seguro. Siempre he escrito de lo que he conocido, de la realidad que he vivido, de alguna experiencia. La novela es un género de mucha experiencia, de mucha vida, si yo hubiese tenido otras experiencias, otra vida, hubiese escrito otros libros. Pero lo hago siempre a través del individuo, no del friso social, y siempre buscando un individuo que cuanto más idealista fuese, mejor. Cuanto más obstáculo encontrara para alcanzar su meta mejor, aunque las metas no se alcanzan, nunca se llega a la felicidad, a la libertad.

P.— En su próxima novela, 'La soledad del ángel de la guarda', regresa al tema de la violencia en el País Vasco a través de la figura de un escolta. De nuevo un individuo para retratar una sociedad.

R.— Sí. Es un drama personal, un análisis del factor humano que, como hago siempre en las novelas relacionadas con la violencia, lo analizo desde el lado del que pasa miedo y cómo ese miedo influye en su condición humana.

P.— Pocos conocen mejor que Guerra Garrido de lo que reflexiona cuando escribe del miedo.

R.— Pocos y, sinceramente, espero que lo conozcan aún menos.

P.— El asunto de la violencia terrorista está ahora mismo en el ojo del huracán. Raúl Guerra, después de fundar el Foro de Ermua y militar en muchos movimientos cívicos, ya ha repetido que se siente muy cansado y poco optimista.

R.— Poco optimista no, claramente pesimista. He escrito una serie de novelas que se refieren a esta violencia y la próxima también, pero desde un tratamiento literario, ése es ahora mismo mi lazo azul. Es cierto que estoy muy cansado, que intelectualmente me agota la realidad diaria me hace pensar que se están haciendo las cosas mal y no veo el horizonte de libertad y democracia. Las cosas siguen como estaban cuando escribí 'La carta', mi obra más dura de este tema.

P.— ¿No hemos avanzado nada?

R.— Vamos a ver, hemos avanzado, mucho. Afortunadamente se han pasado aquellos años en los que cometer un crimen era malo, pero lo verdaderamente malo era criticarlo, comentarlo o escribir sobre ello. Por suerte eso lo hemos superado, pero nos hemos metido en otros berenjenales, creo que este asunto está mal orientado.

Fuente: La Crónica de León

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