domingo, 14 de enero de 2007

.lli y .leo pueden ser compatibles


Margarita Torres añadió esta semana un nuevo título a su larga lista de reconocimientos, el de Socia de Honor de Promonumenta. La asociación le concedió su máximo galardón por tres razones: ser la primera mujer Cronista Oficial de la Ciudad de León, ser la primera que lo es también de una capital de provincia en España y, sobre todo, por su labor de fomento de la cultura leonesa. La entrevista con Margarita Torres se celebró ayer telefónicamente. Su pequeño Enrique se lleva, con razón, casi todo su tiempo.
P.— ¿.lli o .leo?

R.— Hay que hacer dos diferencias. Si lo analizamos como subdominio o dominio general. Creo que es más internacional .leo. Ahora bien, si la gente que aboga por la defensa del leonés considera que debe ser .lli, hay una solución intermedia y es utilizar como dominio general el .leo y como subdominio el .lli. Ambos pueden ser compatibles.

P.— Hay quien desprecia todo esto del leonés afirmando que es una bobada, que ni se habla ni se conoce…

R.— (risas) Lo dice una castellana parlante, que además puede verlo con un poco de objetividad porque he vivido muchos años fuera de León. El argumento del número de hablantes es ridículo. Ridículo tanto para discriminar como para potenciar. Una lengua es una lengua, y cuando una lengua está seriamente dañada como es el caso del leonés hay que protegerla. Es un hecho. Voy a poner un ejemplo que todo el mundo entenderá: en la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos acudieron a un idioma para las comunicaciones como el navajo, una lengua india. Una lengua que hablaban muy pocos hablantes. Sin embargo, fue una de las fórmulas de salvar todos los sistemas de comunicación de los Estados Unidos. ¿Quiere decir esto que la lengua de los navajos tiene que desaparecer? No. ¿Quiere decir que una lengua incluso con menos hablantes que el leonés, como es el aranés, no tiene que estar protegida? Pues no. El aranés está protegido en los estatutos de Cataluña y Aragón y tiene muchos menos hablantes. Ese argumento es absurdo. Si hubiera sido así el vasco hubiera desaparecido. Proteger cualquier lengua es enriquecer.

P.— El leonés se ha recogido en el preámbulo del nuevo Estatuto de Autonomía. Usted fue una de las ponentes. ¿León sacó todo lo que merecía en esa reforma?

R.— Hombre, se quedaron algunas cosas en el tintero. Se presentaron algunas iniciativas que podían haber salido adelante, que eran incluso novedosas. Por la parte que me toca y que tengo más conocimiento, que son las iniciativas del PSOE, se propuso la creación de un instituto Alfonso IX para englobar los valores culturales, etnográficos, lingüísticos, antropológicos, históricos… de León, Zamora y Salamanca y la vinculación de esas provincias con Portugal, que es algo que, además, la Unión Europea ve con muy buenos ojos. Eso no significa romper una Comunidad. Significa reconocer una idiosincrasia particular que curiosamente en Portugal se reconoce. Y no por eso la República Portuguesa tiene dos estados diferentes. Quedó en el tintero y quizá hubiera salido si hubiera contado con más apoyo. Reivindicar para León no es decir que tiene que ser León y Castilla sesenta veces en un Estatuto. Defender León quiere decir intentar que tenga su lugar y, sobre todo, que la idiosincrasia leonesa esté protegida y mimada.

P.— Valdeón es ahora muy criticado desde posiciones castellanistas, por así decir, por aceptar algunas de sus tesis en ese debate.

R.— Tenemos que posicionar a las personas. Julio Valdeón es compañero, es medievalista, es catedrático de esta disciplina, es una persona muy reconocida, con una trayectoria profesional a sus espaldas que ninguno somos quien para valorar. Está ahí. Eso no quiere decir que le convierta en más o menos castellanista. Él ha centrado sus estudios en Castilla. Si usted centra sus estudios en Galicia sabrá más de Galicia. Hay un hecho incontestable también: Julio Valdeón conoce muy bien el pasado medieval de esta tierra y sabe muy bien, porque es un gran medievalista, que León fue antes que Castilla, que de León nacieron Castilla, Galicia y Portugal, y que las primeras Cortes de Europa estuvieron en León. Las sabe porque es un maestro de Historia medieval. Entonces, como maestro, no puede ir contra lo que él sabe por sus conocimientos profesionales. Sería atentar contra la propia esencia de lo que ha dedicado toda su vida. No se debe considerar ni más ni menos leonesista, entre comillas, por el hecho de haber dado el visto bueno a una verdad como un templo. Es como si se cuestionara que Cristóbal Colón descubrió América.

P.— Los bercianistas también dicen que se han olvidado de ellos en el Estatuto.

R.— A algunos compañeros que presumen de bercianos, porque residen en Ponferrada, les molesta que les recuerde que tengo tres abuelos nacidos en el Bierzo. No es ni más ni menos berciano, ni más ni menos leonés el que defiende unos derechos y unos intereses. Cuando yo hablo de León, por supuesto estoy pensando en el Bierzo. Es el 75% de mi sangre. Ahora bien, ¿el bercianismo es distinto al cabreirismo, al bañezanismo? Yo prefiero decir que todos somos leoneses y después los de la Cabrera, con sus peculiaridades, los de La Bañeza con las suyas y, por supuesto, los del Bierzo. El Bierzo es un gran olla histórica donde todos los pueblos han tenido influencia, pero que no difiere de la misma evolución de León. Tienen la misma esencia leonesa.

P.— ¿Qué significa para usted que una asociación como Promonumenta, que muchos consideran el martillo que denuncia el estado de abandono del patrimonio leonés, le haya nombrado socia de honor?

R.— Como dice un amigo mío, es el azote de infieles (risas). Es un lujo. En España no estamos muy acostumbrados a ese tipo de participación ciudadana, en Inglaterra sí. Que haya una asociación de este estilo, que, además, esté en León, que lleve tantos años de rodaje. Son ciudadanos de a pie, porque no está politizada, sino que son personas de derecha, de izquierda, de UPL..., incluso apolíticos. Que estas personas te consideren lo suficientemente representativa de esa defensa como para hacerte Socia de Honor, es un lujo.

P.— ¿Tan mal está el patrimonio leonés?

R.— Conviene precisar. El patrimonio de León es amplísimo. Es uno de los más ricos de Europa. Si lo ceñimos al marco de la comunidad autónoma en la que hoy por hoy nos encontramos, estamos hablando de que somos uno de los mayores referentes de patrimonio, si no el que más. Proteger ese patrimonio supone invertir, implicarse. Tiene que ser desde distintas administraciones, desde luego. Pero hay algo evidente: las competencias administrativas las tiene la Junta. ¿Tan mal está? Yo creo que cuando a una consejería, como pasó hace dos años, de Cultura le sobran millones y no los invierte, cuando una consejería como Cultura favorece la restauración de monumentos en Brasil y uno camina por las calles de León y de repente una pedrada le abre la cabeza a un chico en la muralla, o una gárgola de la Catedral se cae, o pasan todos los desmanes de estas últimas semanas (Escalada, Santo Tomás, Peñalba), algo no se está haciendo bien. Considero que nuestros políticos deberían reflexionar sobre qué es lo que no están haciendo bien en patrimonio.

P.— Las piedras siempre se han caído. Don Antonio Viñayo dice que la Catedral es una bella anciana de 700 años.

R.— Es una frase muy bonita de un ser excepcional, pero hay que empezar mirando para dentro antes de buscar fuera lo que tenemos que solucionar dentro. Por ejemplo, en Palencia, hasta hace muy poco tiempo, la mejor villa romana de España que es la de La Olmeda estaba donde está gracias a un señor que se llama Javier Cortés, pero no estaba a nivel de estudios gracias a la Junta, porque la Junta apostó por Almenara, en Valladolid. En León hemos tenido la mala suerte de que esas caídas se han concentrado en los lugares más simbólicos en muy poco tiempo. Estamos hablando de monumentos nacionales como la Catedral de León, que es el primero del Estado español. No lo dice Margarita, ni Promonumenta, ni los periódicos. Me gustaría que esto fuera como Andalucía, como Aragón, como Cataluña, que defienden lo suyo a muerte. Desgraciadamente eso no es así, y por supuesto eso hay que decirlo. Los políticos están para darnos respuesta a los ciudadanos y para dar respuesta a ese patrimonio que hemos heredado de hace 700, 800, 900 años. Están, por lo menos, para que duren otros 300, 400.. no para que llegue un consejero y desaparezca en una legislatura.

P.— No será también que los leoneses se desentienden del patrimonio. Mucha gente no conoce ni el Panteón de los Reyes.

R.— Eso es verdad. Como lo tenemos al lado, quizá no lo valoramos como conviene. Cada vez hay una mayor sensibilidad, y eso se traduce en asociaciones como Promonumenta.

P.— ¿Por qué los leoneses se quieren tan poco?

R.— Porque nos han dado tortas por todos los lados.

P.— ¿Ha sido siempre así?

R.— Los leoneses somos una raza muy peculiar. Somos una gente muy peculiar. Piense que nuestros antepasados más lejanos, que son los astures y los cántabros, fueron los últimos pueblos en ser conquistados por Roma, un siglo y medio después que los vascos. Somos muy cabezones. Fuimos epicentro militar de toda la Península Ibérica y el Norte de África. Nuestras legiones, la VI y la VII, participaron en algunos de los grandes hitos militares del Imperio Romano. De aquí, de su generalato, salieron emperadores como Trajano, que se considera como uno de los tres mejores emperadores de toda la Historia de Roma. Si se pasa al medievo, fuimos una patria de libertad con las Cortes y los concejos… De escuchar, de convivencia. Aquí todo el mundo es bien recibido y eso plasma un carácter muy especial. Somos muy defensores de lo nuestro, pero al mismo tiempo muy protestones, en el buen sentido. No tenemos miedo a decir nuestra opinión, porque llevamos 2.000 años haciéndolo. Hay otros que agachan la cabeza.

P.— Se caen los grandes monumentos, ¿pero qué pasa con el patrimonio de los pueblos pequeños?

R.— Nuestra tierra tiene un sistema de población en el que también somos diferentes. No es el misma que en Ávila, por poner un ejemplo. Tenemos muchos pueblos con un cáncer que se llama despoblación. Las iglesias que antes vigilaban los vecinos cada vez están más abandonadas, más llenas de vegetación. Si con los monumentos señeros como la Peñalba, Escalada, que son los símbolos del arte de la Reconquista, ocurre lo que está ocurriendo, ¿qué ocurrirá con los pequeños? La situación es tremenda.

P.— Es también Cronista de León. ¿En qué se va a centrar su trabajo?

R.— Es una distinción en primer lugar, apolítica. Evidentemente la iniciativa parte de un alcalde, pero tiene que tener el aval de otros partidos políticos. Si no hubiera sido nombrada por consenso, quizá no hubiera aceptado, porque entiendo que la labor de un Cronista es estar aquí y ahora con el PP, mañana con el PSOE, pasado con la UPL… No tenemos color político. Los cronistas nos tenemos que implicar y defender nuestra ciudad. Dicho esto, me quiero implicar en la medida de mis posibilidades y de que me dejen, por supuesto, en un conjunto de ideas que pueden prosperar y que León merece para ser uno de los referentes nacionales en turismo y en cultura.

P.— Esa colaboración con Córdoba va en ese camino.

R.— Es una idea que lleva fraguándose años, no es nueva. Parte de un hecho tan evidente como que durante dos siglos Córdoba fue la capital de Al-Andalus, y Alandalus era el 80% del territorio de la Península Ibérica, y el Reino de León, con León a su cabeza, fue el reino más poderoso de la cristiandad, es decir, estuvieron al mismo nivel de importancia política durante más de 200 años. Córdoba y León tienen muchas cosas en común desde los lazos romanos. León fue sede de la Legio VII, que rigió militarmente la Península Ibérica. Tenemos también un pasado medieval ilustrísimo. Córdoba fue el referente en el Mediterráneo de todo lo que supuso la cultura andalusí. León fue el referente cristiano. A León también vinieron cordobeses, que nos dejaron esas maravillosas miniaturas que adornan desde libros y códices hasta anotaciones en árabe de la Biblia de San Isidoro. O nos dejó esa sensibilidad especial que se plasma en monumentos como San Miguel de Escalada o Peñalba. Esos lazos hermanan mucho. Compartimos raíces, incluso la sangre. Visto también desde la otra parte, los leoneses tomaron una parte muy significada en la conquista de Córdoba. Aparte de eso, los leoneses también participaron la caída del Califato en el siglo XI, de hecho las crónicas árabes recuerdan la presencia de los condes y de los enviados leoneses. Es un tú a tú que conviene recordar, tanto para Córdoba como para León.

P.— Casi es una alianza de civilizaciones.

R.— Pues sí, porque si sumamos que Córdoba fue uno de los lugares donde más prosperó la cultura judía y León, dentro de los territorios cristianos, fue uno de los lugares donde más prosperó también, hasta eso tenemos en común. Podemos colocarnos esa medalla simbólica de ser centros de convivencia de las tres culturas.

P.— Margarita Torres podría estar muy bien en la Universidad, sin necesidad de asumir esta carga pública. Vamos, sin meterse en líos. Y encima, independiente.

R.— Es así porque saben que soy independiente. Aprecio la opinión de las personas, no miro un carné político. Me gusta escuchar a la gente. Si no, no hubiera aceptado ser cronista, ni estar en la ponencia del Estatuto. Hay muchas cosas que juegan en contra también. Ser profesor de la Universidad no quiere decir que uno se tenga que aislar entre cuatro paredes. Como en el modelo anglosajón, un profesor debe implicarse en la sociedad.

P.— ¿Le gustaría pasar a la política?

R.— Es la pregunta del millón (risas). Yo creo que todos los leoneses estamos en política desde que mamamos el primer biberón. Fuera de bromas, política se hace desde el mismo instante que intentas que tu voz sea la voz de la gente que te para por la calle y te cuenta sus preocupaciones. ¿Es algo que te convierte en alguien a punto de entrar en política? Pues no lo sé. Creo que estoy en política desde los 14 años.

P.— Y entre ser alcaldesa de León y La Bañeza, ¿con cuál se quedaría?

R.— Me van a matar. No me toque mi Bañeza, que tengo el corazón partío, como Alejandro Sanz.

P.— ¿La solución para León sería tener una autonomía propia?

R.— La solución para León es que nuestros políticos actuales se pongan las pilas. Nos hemos encontrado las cosas muy hechas. Cambiarlas ahora es muy complicado, lo cual no quiere decir que sea imposible. Lo importante es que nuestros políticos luchen por defender a los ciudadanos que les votan y a los cuales les deben toda su lealtad. La lealtad no es tanto a unas siglas como a unos ciudadanos, que se merecen todos los respetos.

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